Se acabó la espera. La pichona de cóndor andino nacida en el Bioparque Amaru, la primera criada de manera asistida en ese espacio, ya tiene nombre.
La pichona de cóndor andino ya tiene nombre: más de 10 000 ecuatorianos la bautizaron
Kimsa. Así la bautizaron las personas que participaron en una votación nacional para elegir entre tres opciones: Kimsa, Amancay y Shaya.
La ganadora obtuvo 10 152 votos, frente a los 9 635 de Amancay y los 4 829 de Shaya. Detrás del nombre hay una historia de territorio, agua y esperanza.
Un homenaje al agua y a los páramos de Kimsacocha
El nombre Kimsa rinde homenaje a Kimsacocha, ese conjunto de páramos y lagunas que resguarda el agua del Austro ecuatoriano y que, desde hace años, simboliza la defensa de la naturaleza.
En esos cielos también se han visto volar cóndores como Valentino, recordatorio de la importancia de proteger sus hábitats.
Para el equipo del Bioparque, el nombre representa la unión entre la comunidad y los esfuerzos de conservación. “Kimsa es el reflejo del compromiso ciudadano con la vida silvestre y con el futuro del cóndor andino”, destacaron desde la institución.
Un nacimiento histórico para la conservación del cóndor andino
El nacimiento de Kimsa no es un hecho menor. Se trata de un hito para la conservación del cóndor andino (Vultur gryphus), una especie emblemática de los Andes y en peligro de extinción por la caza, el envenenamiento y la pérdida de hábitat. Su crianza asistida abre nuevas posibilidades para recuperar la población en Ecuador.
Hoy, Kimsa tiene 128 días de vida y pesa 7 kilos, la mitad que un cóndor adulto. Fue trasladada a una cámara diseñada con apoyo del Zoológico de San Diego, donde convive a través de un vidrio con sus padres, Inti y Pacha.
Come carne de res y cuy, unos 493 gramos diarios, y ya no necesita las marionetas que usaron en su crianza inicial.